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Venado, S.L.P. México

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El territorio donde ahora se asienta el municipio de Venado estuvo habitado en la época prehispánica por chichimecas, nombre genérico con que se designaron distintas tribus que existían en el altiplano potosino según escritos de los religiosos del siglo XVI, lo habitaban: en la parte sur los llamados cuachichiles o guachichiles, en tanto que en la parte norte en una buena extensión vivían los llamados negritos.

Durante casi todo el siglo XVI esta región estaba casi despoblada y los grupos que allí habitaban no dejaron ningún testimonio de sus eventuales asentamientos, quizá por ser nómadas no merecieron que allí se establecieran entonces los religiosos misioneros.

Quizá el primer fraile doctrinero que estuvo en el territorio del hoy municipio de Venado fue Fray Diego de la Magdalena. A su entrada a estas tierras fue en 1554 y gasto cerca de cuarenta años en la conversión de los guachichiles, hasta que en 1590 ya estando pacificada la nación guachichil, el capitán Miguel Caldera, fray Diego y algunos caciques de esa parcialidad indígena fueron a la Ciudad de México a entrevistarse con el Virrey don Luis de Velazco.

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El pueblo de Venado pronto tuvo un "protector" lo fue el conquistador Juan de la Hija de 1592 a 1607 a él seguramente le tocó defender a los indígenas de Venado de las continuas invasiones, despojos y otros abusos que sufrían de parte de los hacendados españoles limítrofes que codiciaban las tierras y aguas del pueblo. 

Había un alto interés de los soberanos españoles de mantener la paz y la quietud del reino, dando a los indígenas un trato paternal, no consintiendo que los vecinos y otras personas, les hicieran molestias y otras vejaciones, ni se sirvieran de ellos contra su voluntad, se quería que los Capitanes conquistadores se convirtieran en protectores de sus antiguos enemigos indígenas, manifestándose hacia los indígenas en forma de lo que se llamó "Regalos de Paz" y comprendían: abastecimiento de alimentos si su cosecha se malograba, distribuciones anuales de ropa, donativos para la construcción de las misiones y su conservación para estimular los esfuerzos de los religiosos

En la provincia potosina y en algunos otros lugares de la Nueva España se iniciaron una serie de alborotos sociales de los indígenas que exigían en forma violenta y amenazadora determinadas peticiones; en San Luis estas conmociones evolucionaron hasta tomar caracteres de una sublevación en contra de los españoles y se les ha llamado como "los tumultos". 

Fue entonces cuando grupos mineros de gentes, tanto de la plebe de San Luis y sus barrios, que entonces eran entidades independientes de la ciudad, como venidos de otros lugares como el Cerro de San Pedro, Soledad, Santa María del Río, San Nicolás del Armadillo, Valle de San Francisco (ahora municipio de Villa de Reyes) todos ellos llamados comúnmente como "Los Serranos" invadieron en diversas ocasiones a la ciudad causando la natural zozobra y terror por los excesos cometidos. Esos escándalos públicos ensangrentaron a la ciudad y pueblos de su jurisdicción desde mayo a octubre de 1767.

Años después se conmovió la Nueva España con la rebelión iniciada en Dolores por el cura Hidalgo. El pueblo de Venado se manifestó desde luego como sumiso al gobierno virreinal y su fidelidad la demostró de una manera tan evidente como que allí, en ese pueblo se organizó el batallón de infantería llamado "de los tamarindos" que se distinguió en diversos combates a las órdenes de don Juan Nepomuceno de Oviedo, administrador de la hacienda de Bocas, incorporado al ejército realista del brigadier Félix María Calleja en su campaña contra los insurgentes.

Para entonces el ejército de Calleja había combatido contra la chusma insurgente en tres ocasiones que fueron las de Aculco, Guanajuato y Calderón y el cura Hidalgo y los suyos, con los restos de su fuerza derrotada y casi desecha se dirigía hacia el norte. Salió de Zacatecas a fines de enero de 1811 y fue pasando a marchas lentas por Ojo Caliente, la hacienda del Carro (hoy Villa González Ortega), Salinas del Peñón Blanco y las haciendas de Cruces y Guanamé, así llegó a Venado al mediodía del primero de febrero.

​Allí vivía entonces un muchacho llamado José Morales y muchos años después escribió una relación sobre lo que vio en aquellos días..."cuando paso Hidalgo, sólo había en el Venado tres casas principales: las tres eran de españoles y una pertenecía a Francisco Fajardo, Intendente o Justicia Mayor, otra a Ramón Guerrero y la última estaba ocupada por una tienda y era de Félix Solís. Los soldados acamparon en la plaza de San Miguel, que está al norte de la población, junto a la loma que sigue el mismo rumbo; antes de abandonar la población repartió Hidalgo mucho dinero a los pobres..."

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El nombre de Guanamé es palabra del idioma guachichil y es una de las pocas palabras que aún se conservan de esa lengua. En el sitio de lo que fue la hacienda de Zapihuanamé, también nombre guachichil del que se derivó el nombre de Guanamé como se llamó después esa rica hacienda ganadera.

Fue en el siglo XVIII cuando la hacienda de Guanamé estuvo en su mayor auge.

Durante la época de la Guerra de Independencia se dijo que esta hacienda de Guanamé tenía una extensión de 400.000 cuatrocientas mil hectáreas. Otra Hacienda y muy importante del ahora municipio de Venado fue la hacienda de Coronado. Sus orígenes se remontan hacia los principios del siglo XVIII. Debe tenerse como cierto que este latifundio originalmente fue la merced de un sitio de ganado mayor y cuatro caballerías de tierra otorgado en mayo de 1722 a don Nicolás Coronado. Por entonces un sitio de ganado mayor equivalía a 1,775 mil setecientas setenta hectáreas de terreno y debía de poblarse dentro de un año con quinientas cabezas de ganado mayor.

La fábrica de hilados de algodón, llamada Guadalupe, allí instalada por don Marcos García Ramos movía sus telares con la fuerza de la gran rueda hidráulica dispuesta en la parte caudalosa del río y según la concesión otorgada por el Ayuntamiento el 5 de febrero de 1863 sólo se podía disponer desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde, con excepción de los domingos y días feriados. Desde entonces esa fábrica representó para Venado una importante fuente de trabajo, en donde se ocupaban varias docenas de hombres y mujeres.

Diez años después, en 1873 esa fábrica de hilados pasó a poder de la importante negociación J. H. Bahnsen y Cía. que tenía su casa matriz en la ciudad de San Luis Potosí, pero había algunas reclamaciones del Ayuntamiento de Venado por cuanto al uso del agua, avenidas las partes se pactó una nueva escritura el 12 de febrero de 1874. Sin embargo al poco tiempo continuaron las reclamaciones del ayuntamiento, esta vez por los perjuicios sufridos por los dueños de las huertas y labores agrícolas al no recibir el suficiente caudal de agua para el riego, pues se dijo que indebidamente la casa Bahnsen la aprovechaba fuera del horario convenido.

En octubre de 1898 los vecinos de Venado estaban de fiesta, como que el Ayuntamiento de la ciudad había inaugurado recientemente el servicio de alumbrado público. Esta noticia, sin mayores datos la refirió el periódico potosino La Época, en el número 5 del 16 de octubre de ese año.

El 15 de septiembre de 1913, el Gobernador interino general Francisco Romero rindió su informe de Gobierno y en se dijo que varias poblaciones del Estado habían caído en poder de los alzados, entre ellas las de Venado donde se habían cometido todo género de depredaciones, se había puesto en libertad a los presos y se tuvo que lamentar el incendio de las oficinas públicas y por ello desaparecieron los archivos que allí había.

En noviembre de 1913 los alzados asaltaron la hacienda de Coronado, donde robaron caballada, pasturas y cuanto quisieron y al retirarse se llevaron presos a los dependientes de esa Hacienda, por cuyo rescate exigían la cantidad de 600 pesos.

A mediados del año 1917 en que ya había cesado la furia revolucionaria y gobernaba el estado potosino el general Juan Barragán se quejo según los historiadores de la: "...Mala situación militar del Estado sigue asumiendo grandes proporciones... la guarnición de Venado, perteneciente al general Miguel M. Acosta, se negó a obedecer... se pronunció poniendo preso al Mayor Jefe de la Guarnición y una vez que lo desarmaron le quitaron el uniforme y se entregaron al escándalo más desenfrenado, saqueando las principales casas de comercio y se apoderaron de los caballos de los vecinos para irse a incorporar a la sierra con los Cedillo".

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